Aquella calurosa tarde de diciembre en un Estadio Centenario lleno, apenas comenzada la final, Néstor Gonçalves -número 5 de Peñarol- fue a cometerle una alevosa falta a Miguel de Brito, número 10 y estrella del club de la Villa, causándole luxación de clavícula y dejándolo fuera del partido, camisetas de futbol aunque en cancha (en aquel entonces los jugadores no podían ser sustituidos).